En la primera gala de eliminación de Gran Hermano (Telefe), un clima de alta tensión irrumpió el habitual desarrollo del programa cuando tomó la palabra Ulises Apóstolo, participante oriundo de la localidad cordobesa de Despeñaderos y uno de los habitantes de la primera placa de la competencia.
La atmósfera en la casa, ya cargada por la incertidumbre de quién abandonaría el juego, se volvió densa, casi irrespirable, con una arenga que buscó atravesar la pantalla y clavar su aguijón en los corazones del resto de los jugadores.