Título de La Nación - 21/04/2023 10:26:14

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Punta del Este sueña a lo grande. De cumplirle el sueño a Julio Bocca a una huella digital para el libro Guinness de los récordsPor Constanza Bertolini

Enorme, como sus esculturas o como su reconocimiento, el escultor Pablo Atchugarry pasó apenas un día por Buenos Aires esta semana para recibir el Premio Rioplatense del Rotary Club que, más que en su arte, repara en la grandeza de su misión. Todo lo hace a gran escala: por ejemplo, esta mañana de abril, el artista obsequia un libro que hay que sostener con las dos manos y desplegar sobre una mesa firme, Il Risveglio della natura (El despertar de la naturaleza), dedicado a la exposición de 45 de sus obras instaladas el año pasado en la ciudad de Lucca, Italia, entre las murallas del siglo XVI. Allí hay mármoles monumentales de Carrara, negros de Bélgica, rosados de Portugal, trabajados a martillo, un kilo y ochocientos gramos cada golpe -sobre ese latido y la relación del artista con su fiel compañero habla un ensayo hacia el final del volumen-; también incluye bronces policromados, maderas. Y no sólo es magnífico en lo material y tangible, sino en las ideas, como las que lo llevaron a inaugurar hace dos veranos el museo MACA en Punta del Este. La desmesura puede funcionar a veces como privilegiado motor. Durante una conversación con LA NACION, antes de la comida en su homenaje en un hotel del centro porteño, el artista da algunos indicios de dónde está su horizonte, “buscando ideales como cielos, como la inspiración del ser humano, como los sueños, que no se terminan nuca”.

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