Título de La Nación - 26/01/2023 01:34:07

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Alberto Fernández y Lula da Silva, encabezando el podio, se prometieron restaurar una armonía sudamericana cuya inviabilidad quedó demostrada por la misma cumbre

El rasgo sobresaliente de la reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños que se acaba de celebrar en Buenos Aires fue el anacronismo. Los principales asistentes, con Alberto Fernández y Luiz Inácio Lula da Silva encabezando el podio, se prometieron restaurar una armonía sudamericana cuya inviabilidad quedó demostrada por la misma cumbre. Las noticias más llamativas fueron que Nicolás Maduro, investigado en La Haya por crímenes de lesa humanidad, no puede abandonar Venezuela. Que lo mejor que podía esperar Dina Boluarte es que no se mencionara a su país: Perú. Casi lo consigue, si no fuera por las críticas del chileno Gabriel Boric a la represión de las revueltas en ese país. Luis Lacalle Pou observó algo indiscutible: una asociación de países no puede aspirar a ser una cofradía ideológica. Lo demostró él mismo ayer, al tratar con gran cordialidad a un icono de la izquierda, Lula da Silva, que visitó Uruguay. Para poner más en evidencia la fragilidad de todos estos vínculos, Cristina Kirchner se negó a reunirse con Lula. Dicho de otro modo: puso como condición que el presidente de Brasil se allanara a visitarla en su despacho de vicepresidenta en el Senado, que es como bloquear la posibilidad de una entrevista. Sería un error menospreciar estos pormenores como si fueran irrelevantes. En este contexto general se inscribe la embestida del peronismo contra la Corte Suprema de Justicia. Alberto Fernández agrega ese conflicto a un paisaje regional que no soporta una gota más de inestabilidad.

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