Ser y parecer.
Eso refleja la selección argentina a los ojos del mundo, que admira la consistencia emocional de un grupo de futbolistas capaz de dar un giro nuevo en una noche aparentemente intrascendente y poner a jugar su espíritu, cuando los argumentos de su fútbol excelso se quemaban como pocas veces.
Si por algo se recordará el 1-1 con Colombia será por cómo un equipo súper profesional enarboló su costado más amateur para impedir caer derrotado.
Que sepan los rivales que llegarán con el estímulo de voltear al campeón dentro de un año, cuando el Mundial comience, que no alcanzará con ponerse por delante para doblarles la mano a Messi y su manada.
Para ganarles, habrá que asegurarse que no respiran.
Y está visto: estos muchachos son capaces de inventar el aire..