VIDEOMade in Argentina. Ganar sin una zanahoria, el último invento de la selección más insaciable de la historiaPor Andrés Eliceche
Un proyecto, no importa el tamaño. Tener un hijo, adoptar un gato, pintar una pared. Conocer el mar, plantar un rosal, aprender un idioma. Para estar vivo hay que sentirlo: desarrollar una idea que estimule y haga mejor cada día. El fútbol no escapa de esa lógica, está en su naturaleza. El desafío eleva la vara cada vez que se le pone una tilde azul a un objetivo. Y entonces se hace más difícil: ¿cómo seguir ganando después de ganar, ganar y ganar? Esta selección ya tuvo un hijo, adoptó un gato, pintó una pared, conoció el mar, plantó un rosal y aprendió un idioma. No le quedan zanahorias, pero sigue adelante. Porque de eso se trata. “¿Y ahora qué hacemos? ¿Nos volvemos a casa?”, los aguijoneó Scaloni en estos días a los jugadores, otra vez reunidos en Ezeiza, la fábrica de los sueños cumplidos. Faltan dos años para el Mundial: demasiado lejos todavía. No puede ser ese un incentivo ahora. Pero ahí está este equipo, el mejor que haya parido esta camiseta en su historia, un culto a la seriedad: competitivo siempre, voraz cuando se presenta la oportunidad, capaz de armar una goleada de la nada contra Chile la noche del reencuentro, tras la nueva conquista de América. No le hacen falta zanahorias. Un mérito que conviene poner por encima de los tangibles…