La hiperinflación fundió a su familia. Bajo su casa abrió una parrilla “de barrio” que se convirtió en el mejor restaurante de América LatinaPor Rodolfo Reich
La metáfora deportiva está ahí, al alcance de la mano y de la escritura. Pablo Jesús Rivero, propietario de la reconocida parrilla Don Julio, es un apasionado del fútbol. Nació en Rosario y vivió su infancia deambulando entre los novillos que manejaban sus padres. De chico vio carneadas en vivo, conoció el cuchillo y la sangre. Ese era su ámbito, su niñez. Pero por ese entonces lo que más le gustaba, cuenta, era cuando después de comer podía ir con sus amigos al potrero para pegarle a la pelota. Se portaba bien, recuerda, para que le permitieran ir rápido a jugar.