El polaco Robert Kubica sorteó dos terribles choques, uno de ellos con riesgo de amputación, y le adjudicó su salvación al Papa.
En 2008 llegó a liderar el campeonato de la Máxima y nunca bajó los brazos para regresar y mantenerse en la élite del automovilismo.
Ahora buscará ganar en Le Mans.