Intelectuales novelistas y pensadores a ambos lados del Atlántico lamentaron la muerte del gigante de las letras universales Mario Vargas Llosa ocurrida ayer en Perú a los 89 años.
La web del Premio Nobel que en Literatura el novelista obtuvo en 2010 abre hoy con la noticia de su fallecimiento y una introducción donde se lee: “En la década de 1960 la literatura latinoamericana experimentó un rápido desarrollo que se conoce como el Boom.
Vargas Llosa fue clave en este auge.
Su extensa obra literaria se compone principalmente de novelas pero también de obras de teatro ensayos y otros géneros”.
En gran parte de la prensa española y latinoamericana su partida abre las portadas de sus ediciones digitales.
En El País de España Javier Cercas –quien vendrá a Buenos Aires para la Feria Internacional del Libro– escribió un artículo destacado en el que expresa: “Si yo tuviera que resumirle hoy a un lector francés qué ha significado Vargas Llosa en nuestra cultura diría lo siguiente: un cruce entre Gustave Flaubert y Victor Hugo.
De Flaubert poseía Vargas Llosa la disciplina obsesiva y la extrema sofisticación formal (que combinó con la de William Faulkner hechas las sumas y las restas su escritor favorito); de Víctor Hugo la ambición descomunal y la abrumadora presencia pública”.
Y subrayóa que con 26 años Vargas Llosa publicó La ciudad y los perros; a los 30 La casa verde y a los 33 Conversación en La Catedral.
“Esto significa que si Vargas Llosa hubiera muerto con menos de 35 años justo después de haber publicado la última de esas tres obras maestras no hubiera habido más remedio que considerarlo como uno de los mejores novelistas de nuestra lengua”.
Aventuras e historiasPara el gran amigo del escritor peruano-español-dominicano Enrique Krauze “Si Vargas Llosa solo nos hubiese dado su obra de ficción nos bastaría.
Cuántas aventuras e historias nos han hecho vivir vicariamente sus novelas cuentos piezas de teatro.
Cuánto hay que agradecer la sutil construcción de sus tramas sus personajes inolvidables su arquitectura clásica pero también osada innovadora su prosa nada barroca: precisa riquísima y transparente”.
Para el prestigioso intelectual mexicano “nada más remoto a Vargas Llosa que la fascinación del poder (tan característica en nuestra cultura y nuestra literatura).
Pero lo notable ha sido su capacidad de canalizar su repulsión hacia la recreación puntual quirúrgica de la maldad.
La literatura se vuelve así la mejor venganza.
Sin embargo es preciso soñar con un mundo mejor y ese fue el motivo de El Paraíso en la otra esquina el retrato de Flora Tristán tan ligada a la historia peruana a la historia del arte y a la historia de una idea que obsesiona a Vargas Llosa como obsesionó a la humanidad desde la Ilustración y que nuestro tiempo quizá ha sepultado: la idea de la Utopía”.
Consultado en nuestro país el reconocido escritor Jorge Fernández Díaz quien entrevistó públicamente a Mario Vargas Llosa en la Feria del Libro tres o cuatro veces le dijo a Clarín: “Mario Vargas Llosa estaba enamorado de Buenos Aires.
Fue amigo de Cortázar y admirador total de Borges.
Le fascinaban las novelas de Tomás Eloy Martínez y todos los ensayos de Juan José Sebreli.
No comprendía cómo los argentinos habían emprendido semejante decadencia económica y social y culpaba al peronismo por ese tobogán sin frenos.
Fue un hombre valiente; se atrevió a pensar contra la corriente bienpensante de la intelectualidad iberoamericana y deja una obra imperecedera.
En la intimidad era un hombre curioso y afable.
Le gustaban el puchero criollo las carnes argentinas y nuestras librerías de viejo.
Lo echaremos mucho de menos”.
Romántico quijotescoTambién el escritor Gonzalo Garcés lamentó la muerte del autor de Historia de Mayta: “Vargas Llosa es un escritor romántico quijotesco que sin embargo eligió destacar siempre por su dimensión de disciplinado practicante de un oficio.
Su mejor y más sentido texto autobiográfico es la primera parte de su ensayo sobre Flaubert "La orgía perpetua".
Ahí recuerda cómo en una época sintió (una definitiva incompatibilidad con la vida) y jugó con la idea de matarse o enrolarse en la legión extranjera; lo salvó dice releer Madame Bovary en especial la escena del suicidio de Emma.
Ella moría para que él viviera”.
Garcés autor de El refugiado subrayó a Clarín que “algo parecido podría decir yo de escenas como ésa de Conversación en La Catedral en la que a Zavalita lo sueltan de la comisaría por ser hijo de un amigo del régimen y él decide irse de su casa.
O esa otra de La tía Julia y el escribidor en la que se emborracha y ordena a los parroquianos bajarse los pantalones (que están delante de un poeta).
Sólo conversé brevemente con él un par de veces pero fue un modelo y una inspiración siempre”.
Eduardo Sacheri el autor de Demasiado lejos compartió su mirada como lector de la obra de Vargas Llosa: “No puedo evitar responder como lector.
El placer descomunal que nos dio a muchos lectores con libros inolvidables como Conversación en La Catedral La ciudad y los perros La guerra del fin del mundo La fiesta del Chivo hablo de libros de diferentes épocas con distintas estructuras y herramientas narrativas y fue capaz de ser maravilloso haciendo cosas diferentes.
Eso habla de un verdadero genio”.
Sacheri destacó que “Vargas Llosa no escribió siempre igual no es que encontró una gran fórmula y la recreó innumerables veces.
Encontró diversas fórmulas y una mejor que la otra.
En esto de la flexibilidad hay una gran virtud.
Agrego que siguió escribiendo buena literatura después de ganar el Nobel.
Probablemente no a la altura de lo que había hecho antes.
Pero me pregunto cómo volver a hacer algo a la altura de Conversación en La Catedral.
Sin embargo siendo un escritor universal siguió escribiendo.
Eso es extraordinariamente meritorio”.
Para el escritor de Nosotros dos en la tormenta “en cuanto a la flexibilidad destaco que estuvo siempre dispuesto a moverse de lugar de compañías y seguridades.
No tuvo miedo a padecer ciertas soledades a las que se vio sometido por sus opciones y por sus decisiones.
Eso siempre me parece un acto de valentía al margen de hacia dónde nos dirijan nuestros pasos en la medida que ese rumbo tenga un grado de autonomía y de sentido crítico.
Es muy meritorio”.
Y como broche el jesuita español sociólogo y teólogo José María Rodríguez Olaizola publica un artículo notable en el sitio pastoralsj.org a raíz de la muerte de Vargas Llosa en el que señala: “Hoy cuando el mundo evoca en su fallecimiento la figura del escritor yo solo puedo agradecer su legado.
Porque las palabras quedan.
Se borra la memoria de los aciertos y los errores de las salidas de tono y las formas de comportarse.
Se difumina el personaje.
Pero queda el amor por las palabras que crean o recrean mundos la precisión con que los términos diseccionan interiores describen virtudes y miserias ridiculizan la pompa y ensalzan la grandeza del ser humano.
Queda la agudeza para observar la condición humana y la brillantez para plasmarla en una página”.
Gran tributo a un maestro de la literatura universal..