“Se muió (Sic)”. Esa particular frase usaron dos alumnos de sala de tres años de un jardín de San Isidro para contarle a la directora lo que estaba ocurriendo en el aula. Con el calor, a la maestra le bajó la presión. Llegó a decirles a los chicos que necesitaba agua, pero en el camino se le aflojaron las piernas y se sentó en el piso. Y les indicó a los niños que pidieran ayuda. Después se acostó. Sus alumnos la rodearon. Algunos preguntaban si estaba muerta, otros creían que estaba dormida. Ella los escuchaba y no podía hacer nada. Mientras, una de las niñas decidió cargar agua en su tacita y tirársela en la cara. Cuando la directora recibió la visita de los dos chicos que salieron a pedir ayuda, se encontró con ese panorama. Poco después, les llegó la comunicación a los padres que el jardín había decidido suspender las clases.