Tenía 28 años cuando después de lesionarse en un partido de fútbol con amigos se propuso encontrar una disciplina que le permitiera entrenar sin riesgos. Previamente, había hecho durante muchos años trabajo muscular en gimnasios y running. Pero no se sentía pleno y se lastimaba constantemente, hasta que un amigo le sugirió probar chi kung y taichí y así fue como se acercó a una escuela, hace 13 años y desde ese día nunca más dejó. “Hallé una forma de entrenar mi cuerpo y, al mismo tiempo, trabajar con mi mente y la energía ¡todo en uno! Me pareció –y me sigue pareciendo– una disciplina única en ese aspecto. Es justamente por eso que se la considera universalmente como un arte interno”, relata Mauro “Zuxael” Candelaresi, profesor de taichí en la escuela Conciencia Bambú, del partido de General San Martín, en provincia de Buenos Aires.