“Olééé, olé, olé, olééé, Francooo, Francooo...”. Quizás ni hacía falta el canto para que Franco Colapinto se desplazara unos metros y se entregara a los hinchas argentinos en Austin. Ya lo había hecho después del Gran Premio de Italia, y le gusta realizarlo, disfruta el contacto con los compatriotas. Sabe que lo idolatran muchos, y de hecho piensa que va a ser una locura su próxima visita al país –por ahora, sin fecha–. Una locura de gente.