La gala anual en beneficio del Museo Nacional de Bellas Artes fue el comienzo de una semana febril para el arte, y eso se notó en la pista de baile: en la primera tanda de música, entre la entrada con ojos (sí, uno guiñado) y el plato principal, nadie se quedó en su asiento. En el Pabellón de Muestras Temporarias, el lunes pasado, bailaban a todo ritmo coleccionistas, mecenas, funcionarios, periodistas... y unos pocos artistas.