A simple vista, puede afirmarse que la poesía y la ciencia ficción son universos –y la elección del término ya empieza a hacer de las suyas– antagónicos, imposibles de aunar. Sin embargo, la lectura de Interestelaria, remite a aquella premisa de Paul Éluard, uno de los mayores poetas de todos los tiempos: “Hay otros mundos, pero están en éste”. A eso, se suma el rol de antólogo de otro poeta, en este caso, uno de los mejores nacionales de este siglo, Julián Axat. Y, como frutilla del postre, la inquietante pesadilla actual de que el lenguaje cotidiano parece hacer perder toda posibilidad de comunicación, con lo cual se trata de encontrar –aquí, allá, en el más allá, en alguna parte– esas otras palabras que le devuelvan a la humanidad la capacidad de entenderse.