En 2024, la tecnología de deepfake ha alcanzado un nivel de sofisticación que hace cada vez más difícil distinguir la realidad de la ficción en videos de figuras públicas. Lo que comenzó como un experimento técnico limitado a expertos, se ha convertido en un fenómeno accesible para cualquier persona con una conexión a internet y unas pocas herramientas digitales. Figuras como Donald Trump, Elon Musk y Taylor Swift encabezan la lista de los famosos más en sufrir este tipo de suplantación.