Los registros previsionales de Amadeo Conrado Uberti, el hacker que fue acusado de secuestrar junto a un cómplice a un hombre que le hacía mandados, muestran que, hasta 2013, había sido empleado en dos empresas de marketing y en una escuela de la localidad bonaerense de Martínez. En esos años también estudió diseño gráfico y fundó una empresa de servicio técnico especializado en flotas corporativas de dispositivos móviles. Parecía llevar una vida normal hasta que se volcó al delito. Con el tiempo, comenzó a realizar estafas con criptomonedas y tarjetas de crédito clonadas.